24 abr 2011

Se me escapó


-Si yo supiera dónde queda... Dónde queda, iría. Pero la verdad es que no sé. No sé cómo saber, y menos cómo llegar. Pero es indefectible que estoy yendo. Es inevitable. Es lo único que hacemos... por mucho que adornemos con estudios, viajes, moralidades, obligaciones, mentiras, colores, vitaminas, ropas, dibujos, música, libros y lápices. Vamos y llegaremos. Y cuando lleguemos...

Cuando lleguemos no vamos a volver. No vamos a poder, no vamos a querer... Porque, ¿qué quedó atrás? ¿Qué valdría la pena? ¿Qué podríamos usar que nos salve de lo inevitable? ¿Qué podemos cambiar? ¿Qué mantener?
Es una condena que no tiene llave. Son alas que nos quedan cortas, o muy largas, o demasiado justas. Somos imposibles.
Cómo si fuéramos ángeles caídos.
Cómo si jamás pudiéramos levantarnos.
Cómo si el barro nos tragara y las piedras nos taparan.
Cómo si jamás resucitáramos de las caídas.


-Pero... ¿viste? Qué se yo.
Un poquito exagerado.
¿Ángeles? Si acabamos de enterrar a dios. ¿De qué ángeles me hablás?

No hay comentarios.: