Esto viene pasando hace un tiempo.
Pero no le dí mucha importancia más que para reírme de Ellos. Señalarlos con el dedo a esperar a que dijeran/hicieran su gracia. Y solía pensar 'Bien, esto no es grave. Y en todo caso ¿porqué debería importarme lo que hace la mediocre mayoría? Es su problema. Su condena.' Hasta, confeso, me gustaba estar un poco al tanto para poder criticarlos y reírme, con quien quisiera escucharme (y bancarme), de sus boludeces.
Hasta que ya no me dio más gracia. Ya no salía más la sonrisa y la carcajada violenta a coste suya... La risa se fue transformando en los adustos gestos de enojo o preocupación que uno hace con las cejas y los labios. La carcajada fue gradualmente reemplazada con puteadas. Con malhumorados murmullos que siseaban por entre mis dientes...
Y después, colmo, no eran más sólo Ellos. Se expandió. El virus se metió en todas partes tomando ventaja de la debilidad y pereza mental del Resto. Éstos últimos no son el Público. Oh, no. Ojala lo fueran. Sería simple. Pero no. El Resto... somos todos. Es la sociedad que armamo--- Me corrijo: que arma la mayoría.
Ellos se hicieron sólo iconos de esta decadencia. Iconos del virus. Y el virus se hizo fuerte, y cumpliendo con Darwin, sobrevivió a cualquier, por débil que haya sido, intento de erradicación. El Virus manipuló a todos y a todo. Se reprodujo en ecos.
Cómo Cortázar diría, de una u otra manera, "Era el miedo en estado puro, traducido en ruidos que me acecharon por toda la casa hasta la puerta de salida..."
Antes no me preocupaba que me causara gracia sus payasadas. Después de eso (pero antes de ahora) había yo perdido el interés suficiente para tenerlos en cuenta y los omitía de mis diálogos (a esta etapa suele llamársela 'negación'); pero incluso después de ese después que fue anterior al ahora, hubo lo que se llama 'ira': y fue fuerte. Me enojé con la gente que lo miraba, con la gente que era 'amistosa' y 'conciliadora' con Ellos, pero todavía no sé si me enojé más con el Público o con Ellos por aprovecharse del Resto. Deberíamos estar por la mitad del proceso: acá debería estar el 'pacto' o 'negociación'... Pero me cuesta explicar con exactitud todo el mecanismo que hizo mi cabeza para 'pactar' con esta decadencia... Lo que inte
nté hacer, y con lo cual me dejé convencer por un tiempito, fue convencerme de que sí era posible sacar algo útil de toda esta verdadera mierda. Ahora viene el ante-último paso: la depresión. Pero en este caso, o al menos en mi caso, es difícil decidir si ya estoy en la última ('aceptación'), o si mi pesimismo es parte del 4º paso... Mi 'depresión' empezó cuando mis pensamientos tendieron a negar cualquier tipo de salvación posible de la terrible catástrofe decadente social en la que estaba inmersa y por la que nadie parecía preocuparse en serio. Como el calentamiento global. Ahora bien, el problema que complica mi discriminación entre etapas reside en que mi supuesto paso de 'aceptación' es pensar que la cosa es así, y no parece tener aires de cambio, por lo que es ahora que estoy sentada al lado de la tele escuchándolos a Ellos, y viendo cómo mi propia familia se infecta. Eso... ¿pesimismo o realismo?
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